KAPUSCINSKI, Ryszard (2002), Los cínicos no sirven para este oficio

En honor al periodismo, os traigo un libro curioso y diferente sobre esta profesión. No estamos ante una novela sino más bien ante un manual práctico sobre lo que, según Kapuscinski (1932-2007), es el "buen periodismo". Se trata de una recopilación de tres charlas con el reportero polaco en diferentes ocasiones entre 1994 y 1999, bajo el nombre Los cínicos no sirven para este oficio.

Sin horario de oficina, el periodismo de Kapuscinski era su forma de vida. Volcó sus ambiciones, su alma y sus veinticuatro horas de cada día a escuchar a la gente y contar desde diferentes puntos del planeta miles de historias. Dedicó buena parte de su carrera a cubrir noticias del continente africano y acabó escribiendo varios libros en relación al continente: Ébano, Un día más con vidaEstrellas negras y El emperador. Pese a su diversidad y enormidad, se hacía cargo de todo el continente. Hay que hacer malabares para poder cubrir 55 países y más en aquellos años en que el mundo era más grande.

Kapuscinski, nómada infatigable, reflexiona sobre su profesión y hace un recorrido de las aptitudes esenciales del buen periodista a la vez que se refiere a sus experiencias, la mayoría dedicadas a África. A caballo entre el reportaje periodístico y la novela, retrataba las sociedades que vivía y de las que hacía parte. Fue autor de obras memorables y quien le puso palabras a la belleza que me inspira África en su maravilloso libro Ébano


Subtitulado Sobre el buen periodismo, Kapuscinski lo tiene claro, no hay buen periodismo sin intenciónEl ejercicio correcto de la profesión pasa por fijarse un objetivo e intentar provocar un tipo de cambio. Su estrategia es mimetizarse con la gente sobre la que escribe, observar a la gente en su entorno. Sin duda, la relación con los seres humanos es un elemento imprescindible del periodismo. Por ello como decía este gran reportero: "las malas personas no pueden ser buenos periodistas". Sin un espíritu de colectividad, de cooperación, buena voluntad, comprensión recíproca, escribir es imposible. Al fin y al cabo, el periodismo tiene lugar gracias "al otro", los verdaderos protagonistas.


El arte siempre tiene una intención; el arte de informar no es menos. Por ello, al igual que Kapuscinski creo que la intención es una característica innata al buen reportero. 

"Mi intención es sobre todo la de mostrar a todos nosotros, los europeos –que tenemos una mentalidad muy eurocéntrica–, que Europa, o, mejor dicho, una parte de la misma, no es lo único que existe en el mundo. Que Europa está rodeada por un inmenso y creciente número de culturas, sociedades, religiones y civilizaciones diferentes. Vivir en un planeta que cada vez está más interconectado significa tener en cuenta esto, y adaptarnos a una situación global radicalmente nueva."

Ante un mundo donde las fuentes del periodista se encuentran en constante crecimiento –tanto el número de personas como los documentos y la información que podemos encontrar tanto online como en papel– el periodista se enfrenta a una difícil tarea en la que tiene que dar con el "material" adecuado. 

"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, los cuentos de caza siempre glorificarán a los cazadores". Así explicó el escritor nigeriano Chinua Achebe que son los africanos quienes tienen que contar su propia historia. Sin embargo, Kapuscinski siempre trató de contar la historia desde la perspectiva de los leones y por ello para mí sus escritos dedicados al continente forman parte de la literatura africana pese a no ser él mismo de origen africano. Sin duda creo que se trata de un referente de la misma.


El periodista debe, como cuenta, profundizar de manera constante en sus conocimientos. El estudio y la actualización son conditio sine qua non en esta profesión. Se trata de un periodismo a fuego lento, complejo de conseguir en el mundo actual, vertiginoso. Aquel que pasa por la capacidad de sacrificio y por el reciclaje continuo. Un periodista está sometido al cambio, como lo está el mundo que trata de contar. Por ello, no puede permitirse quedarse atrás.


Kapuscinski, gran observador y dotado de una gran pluma de reportero, narraba muchas veces los detalles que le rodeaban pues, como dijo en una de sus obras, "dentro de una gota hay un mundo entero" y por ello nos contaba el mundo a través de sus detalles. Algunos acusan al reportero polaco de haber trabajado las realidades y maquillado ciertos hechos. Y me pregunto yo: ¿acaso existe la verdad desnuda? ¿Acaso no vemos todos la verdad con unas gafas propias e únicas? ¿O es el reportero un alien? Suena a utopía inalcanzable, pero yo confío en el buen periodista –honesto y sincero– que me cuenta lo que ha visto sin ningún aderezo de por medio, aunque a veces algunas verdades sean más difíciles de tragar. 


Personalmente, no creo que el buen periodista distorsione los hechos pero el simple hecho de narrarlos mirando a través de sus gafas unas moradas, otras más rojas, incluso grises o negras– hará que, desde su referente o dependiendo de su intención, se detenga en ciertos aspectos, omita otros o exagere los mínimos detalles. Para mí Kapuscinski es un referente, una de esas utopías que te pones en el horizonte para indicarte la dirección. 


La única manera posible de transmitir información pasa por la valoración personal. El problema es cuando las gafas del reportero están llenas de mierda, plagadas de prejuicios, de verdades a medias  o de intereses espurios pues es entonces cuando se convierten en perpetuadores de mentiras, en creadores de narrativas dañinas.

Y esto no lo escribe una periodista, sino una mujer cansada de las gafas que muchos periodistas se ponen a la hora de hablar de África. Intento rodearme de aquellos con los que comparto gafas, esas que se limpian a menudo y que graduamos de tanto en cuanto. Esas son las gafas que menciona Kapuscinski a la hora de hablar del "buen periodismo"; los que las llevan, tratan de estudiar y actualizarse de manera constante y hacen de la humanidad su fuente esencial para el oficio.


El periodismo ha cambiado en los últimos tiempos de una forma espectacular. Hemos asistido a una gran revolución electrónica. Sin embargo, las cualidades del periodista deben permanecer inalterables, por ello, creo que Los cínicos no sirven para este oficio sigue siendo tan válido y actual como en los años 90. Antiguamente, la información se centraba en la búsqueda de la verdad, el querer informar a la gente o bien como instrumento de lucha política. Más tarde se descubrió el gran negocio que rodeaba a la información y se convirtió entonces en un espectáculo en el que las noticias competían por la portada. No olvidemos que todas las historias de portada tienen tantas versiones como personas las cuenten, y que detrás de cada una existen unos intereses. El objetivo de los grandes grupos de comunicación dejó de ser comunicar una imagen del mundo y pasó a ser una competición entre diferentes medios de comunicación, dejando de lado la calidad de la información y primando la rapidez, el espectáculo. 

Actualmente, los medios han caído en manos de grandes grupos empresariales que dirigen y controlan la tendencia informativa siguiendo los intereses de los poderes económicos y políticos. Son ellos quienes modulan la comunicación y se permiten trazar las narrativas del mundo. Ninguna redacción tiene tiempo para exigir calidad y aunque lo tenga tendrá por encima de la noticia unas líneas de trabajo dictadas en base a intereses. Algunas veces esos intereses obligan a dejar de cubrir ciertos asuntos considerados molestos y a dar voz y espacio a otros, a priori menos relevantes; por eso, nuestros medios se llenan de noticias sin fundamento. Son dardos soltados sin saber dónde caerán. Por encima de la verdad están los titulares seductores. Lo importante es que el lector pique en el anzuelo y sobre todo publicar antes que la competencia, lo que se cuente es lo de menos.


"La paradoja, el drama y el peligro están en el hecho de que conocemos cada vez más la historia creada por los medios de comunicación y no la verdad. Por ello, nuestro conocimiento de la historia no se refiere a la historia real, sino a la creada por los medios." 


En realidad, la culpa acaba siendo nuestra, de los lectores. Al fin y al cabo, el consumidor siempre es quien marca la demanda. La culpa es del lector pasivo, perezoso, aquel que no quiere buscar, contrastar, saber. Al final, como diría el reportero polaco, el problema está en la falta de voluntad.

Sobre África, nos llegan siempre cosas negativas. Los medios empobrecen a África pero todo aquel que la haya visitado y la estudie sabe que no es verdad. Para mí, la pobreza no solo es económica. Quizás sí sea la más dura a corto plazo pues todos tenemos que comer; sin embargo, hay una pobreza que me da más miedo aún: la pobreza del pensamiento. Creo que quien cae en ella se ata de manos y pies, y se tira a un río.

Existe un África diferente y por suerte hay medios que tratan de retratarla con todo el rigor y cariño del mundo. Así que os invito a leer estos medios de comunicación, sinceros y responsables con la información. 



Mundo Negro: http://mundonegro.es/ 
Blog África no es un país: http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/
Wiriko: http://www.wiriko.org/
Blog Planeta Futuro: https://elpais.com/elpais/planeta_futuro.html
Blog Cuentos para Julia de María Rodríguez (periodista freelance): https://cuentosparajulia.wordpress.com/

Por pasión y profesión, intento rodearme de aquellos que se detienen en otras noticias sobre África. Noticias que venden menos. Más reales. Menos comerciales. Y, con frecuencia, olvido que existe una manipulación interesada por parte del periodista o del medio de comunicación; pues una vez que te metes dentro África conoces su riqueza olvidando los prejuicios que marcan la agenda de muchos medios.

Sabiendo que la responsabilidad recae en nosotros lectores, la presión ciudadana debe ser el motor de cambio. Debemos demandar a los medios de comunicación, información de calidad. Así que os animo a que leáis más, fuentes diferentes, opuestas a las tuyas, y siempre con una mirada crítica. Cada uno de nosotros tiene la enorme responsabilidad de desarrollar sus propias convicciones. Los lectores perezosos que no lo hagan acabarán viendo el mundo tal y como los grandes medios de comunicación quieren que se vea. 


Por suerte, yo creo que cada vez son más los jóvenes periodistas con principios y con ganas de llevar a cabo ese buen periodismo del que habla el gran Kapuscinski. Por desgracia, solo falta que alguien les de la oportunidad de demostrarlo. Aún así, pese al trabajo y sacrificio, todo esfuerzo se paga, y estoy convencida que los lectores serán quienes premien a estos jóvenes con talento y ganas. Se trata de mantener con vida un periodismo cocinado a fuego lento de marcado componente humano.




"El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodismo. "

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